3 agosto, 2007
El plan director del castillo apostará por conservar los depósitos de La Picota
El arqueólogo Rafael Varón cree que se podrían reconvertir para sala de exposiciones o conciertos.
Los trabajos de planificación han sido encargados a la empresa Ondare Babesa por 25.000 euros
Un mes de trabajo para definir las actuaciones que deberán acometerse a largo plazo.
Ese es el compromiso que ha adquirido la empresa Ondare Babesa, encargada de realizar el plan director del castillo y cerro de La Picota, con un presupuesto que asciende a 25.000 euros.
Partiendo de las pinceladas aportadas en el primer informe elaborado por la Universidad de Burgos y tras realizar, con el concejal responsable del tema, Jesús Ángel Visa, una visita a toda la zona afectada; el arqueólogo de la empresa, Rafael Varón, cree que «tiene muchas más posibilidades de las que habíamos visto inicialmente». De hecho, a priori, aseguró que «no hemos barajado la posibilidad de tirar nada de lo que hay», ni siquiera los depósitos de agua que ocultan parte de la estructura de la fortaleza. Su apuesta pasa por plantear la reconversión de ambos -una vez el que está en uso deje de estarlo-, en otro tipo de instalaciones, como una sala de conciertos o de exposiciones.
Parten de la base de que todos los elementos que se encuentran en La Picota «forman parte de la realidad del entorno y de su historia. En los últimos casi 100 años esos depósitos han estado ahí y no los vemos como un handicap. Queremos ser capaces de explicar el castillo, el núcleo de población anterior que se asentaba allí, y los depósitos. Hay que presentarlos como una oportunidad y no como un problema», aseveró.
De hecho, en su opinión, la construcción circular «ofrece muchísimas posibilidades. Esa es la idea con la que vamos a trabajar, dotarle de oportunidades de utilización».
Ir a más
Existe mucho más castillo de lo que se ve y va a verse más si se siguen haciendo excavaciones arqueológicas. Las sensaciones son muy buenas, sólo hay que esperar que se conviertan en resultados», explicó. Para ello, es necesario contar con financiación suficiente y, muchas veces, el poderse presentar a convocatorias de ayudas tanto públicas como privadas viene condicionado por la necesidad de adjuntar un plan director. «La esperanza que tenemos todos es que las líneas que se marquen se empiecen a seguir de manera más o menos inmediata», reconoció. Para eso, ahora sobre el papel tratan ya de definir aquellos aspectos que condicionan la ayuda económica de la Junta para este trabajo y otras que ellos consideran viables.
«Trataremos de determinar qué equipos tienen que trabajar sobre el terreno, los ensayos de materiales que hay que hacer en los lienzos de la muralla, planificaremos propuestas de consolidación, de restauración -siempre reversibles-, plantearemos diversas líneas arqueológicas de trabajo y, por supuesto, definiremos sus posibles usos futuros».
Esa construcción, unida a otras situadas en un entorno próximo, permitiría contar en la ciudad con una ruta cultural muy interesante. Pero para ello hay que buscar una fórmula que una, siguiendo una misma senda, La Picota, con el futuro museo, el Jardín Botánico y la trama urbana del Casco Viejo.
Accesibilidad y un foro abierto al debate
La existencia del castillo, así como sus principales características, debe ser conocida por una inmensa mayoría de los mirandeses. Para ello, en opinión del arqueólogo Rafael Varón, es fundamental «la transparencia en todo el proceso» que se siga.
Tiene claro que «la accesibilidad a la zona debe ser total, para que la gente sepa que allí hay una instalación estupenda que se puede visitar y también interpretar sin dificultad, mediante paneles informativos u otro tipo de elementos que, en todas las fases del proceso, hagan entendible para los neófitos todo lo que se está haciendo.
Además, tiene claro que el plan director recogerá entre sus propuestas «la conveniencia de crear una página web y de imprimir lo que podría ser un libro con todas las actividades del documento que ahora vamos a confeccionar».
Esta última es una medida que vendría a paliar la imposibilidad, por falta de tiempo, de sondear la opinión de los mirandeses, que son los que tienen que interactuar con el castillo y el entorno.
«El documento incluye elementos técnicos que sí deben quedar en manos de los profesionales, pero hay otros muchos que deberían someterse a los criterios del los ciudadanos», concluyó.
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