En la cima de Murugain, en la confluencia de los términos municipales de Aramaio, Aretxabaleta y Arrasate, vuelve a aflorar el pasado bélico de la comarca, los recuerdos de la guerra del 36. Allí se encuentran los vestigios de las trincheras desde las que los milicianos del Batallón Dragones disparaban a cubierto a las tropas de Mola. Combatientes fieles a la legalidad republicana que permanecieron en Murugain desde noviembre del 36 hasta abril del 37. En palabras de Juan Ramon Garai y Nekane Arrazola de Intxorta 1937 Kultura Elkartea, el batallón Dragones fue constituido en el 36, con miembros de Juventudes Socialistas Unificadas- Gazteria Sozialista Bateratua- que permanecieron presos en el fuerte de Guadalupe, tras la revolución de Octubre del 34. Dos días después de caer Arrasate, el 26 de septiembre del 36, simpatizantes de JSU, UGT y Partido Socialista, se alistaron en el batallón de Elorrio, para entonces constituido. «La primera compañía formada en su gran mayoría de arrasatearras, se completó con gente de Hernani, Aretxabaleta, Errenteria, Donostia y Gasteiz. El batallón estaba formado por una compañía de ametralladoras y cuatro de infantería, cada una con 150 hombres en sus filas. Los oficiales se eligieron según su cargo en los sindicatos antes del comienzo de la guerra. Los combatientes de la primera compañía eran todos de Arrasate, que tuvieron como capitán a Segundo Olazagoitia y Gerardo Ruiz de la Cuesta ocupó el cargo de comandante, éste también arrasatearra. Los dos murieron junto a otros 50 camaradas más», señalan.
Testimonios
Garai y Arrazola recogen también los testimonios de tres de los milicianos del Dragones, Santiago del Valle ‘Txingolo’, Jose Mari Arriaran ‘Txispas’ y Guillermo Lasagabaster ‘Mala Letxe’: «En aquella época-octubre del 36- nos llegaron fusiles y metralletas checas. El 4 de octubre, dos compañías de Dragones, junto a otros gudaris, participamos en las batallas de Intxorta y Kalamua, parando la ofensiva de los fascistas. En noviembre nos reunimos en Karraskain cuatro compañías y el día 26 tomamos posición en Murugain. Allí construimos nuestros fuertes. Teníamos una posición avanzada, que dejábamos por la noche para ir a dormir al caserío Naparrena. En una de esas, el enemigo se percató y organizó una trampa. Allí murió Victor Bolinaga». Pasaron el invierno casi olvidados de la guerra. En marzo «recibimos un aviso desde Udalatx de que había movimiento de tropas enemigas… No había dudas, de que los fascistas estaban preparando un ataque importante, procedente de Legutio». Y el ataque llegó el 31 de marzo de 1937, después conocido como el ataque de Bilbao. «Docenas y docenas de aviones pasaban por encima de nuestra cabezas, lanzando montones de bombas, para después huir hacia Gasteiz. Tras ellos, regresaban otros tantos, ayudados de docenas de baterías de cañones, de todos los calibres, que bombardeaban nuestra posición. Nosotros en cambio, no teníamos nada más que nuestros fusiles». Al no poder tomar Murugain, el 31 de marzo, cambiaron de táctica y un día después comenzó el ataque desde el monte Asentsio. «Lograron cortar la carretera de Kurtzeta y los que allí nos encontrábamos no teníamos escapatoria por carretera, por lo que tuvimos que dejar Muru, y regresar a Intxorta».
Trabajos de arqueología
75 años después y en un contexto muy diferente, se encuentran en las trincheras un grupo de arqueólogos, que junto al Ayuntamiento de Aramaio y el grupo para la protección del patrimonio de Aramaio (AOBT) pusieron en marcha un proyecto de excavación con dos objetivos: encontrar restos del poblado de la Edad Media de Hierro y sacar a la luz los restos de las trincheras del 36. Con las excavaciones no han tardado en aflorar viejos restos bélicos y recuerdos de la época. Hoy realizarán la última visita guiada junto al arqueólogo Etor Telleria y en septiembre- todavía sin fecha prevista- realizarán la valoración del proyecto y se celebrará una mesa redonda sobre la Guerra Civil.
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